domingo, 30 de septiembre de 2018

Sakki, ki mortífero

El Sakki, por su semántica —ki mortífero—, aparenta ser más negativo que el anterior, Zyaki, pero no se trata de eso, sino de cómo el ki se involucra en el golpe decisivo. No obstante, es preciso conciliar la idea de ki mortífero con lo espiritual. Conviene recordar que antes hemos tenido que conciliar el vencer sin vencer o el combatir sin adversario. El sentido es el mismo y por eso la intención —deseo— de vencer o dañar no es sakki.

Igualmente ha de tenerse presente lo aprendido sobre la mirada, me-zen, puesto que el sakki se puede percibir en ella. Quienes me han conocido en combate dicen que tengo una mirada mortífera, pero les digo que no se han fijado en que también tengo una mirada dulce. Pero otros sí se han fijado, todo depende de la situación.

Del mismo modo, cortar el ki o hacer perder el ki del oponente requiere, por parte uno, de un ki decisivo, tanto que resulte mortífero, lo que no significa asesino ni violento. Si recordamos lo que conté de los motoristas que me rodearon, fue precisamente el sakki lo que los paralizó y evitó una pelea. Añado aquí que un testigo presencial sintió miedo.

"Con dieciséis años de edad, me rodearon unos matones dos o tres años mayores que yo; portaban las cadenas de sus motos. Uno de ellos me preguntó qué iba a poder hacer contra ellos, esperando así que yo me acobardase delante de otras personas que se hallaban allí. Sin miedo, les dije que me atacaran, si eso era lo que deseaban. Recuerdo que sentí como un cosquilleo en la espina dorsal y que no pensaba en nada. No hubo ninguna pelea, fueron ellos los que se acobardaron".

En otra ocasión, estaba con un par de amigos en un bar; recuerdo que fui al lavabo y al salir vi que un grupo de camorristas estaba burlándose de uno de mis amigos, quien era un poco flojo de moral. Le dije que no hiciera caso, pero ellos continuaron con sus burlas, pidiéndole que se acercaran para estirarle de las orejas. Entonces dije en voz alta: «iré yo la próxima vez que te molesten». Eran seis, pero huyeron a toda prisa.



No se entiende fácilmente este fenómeno, porque en realidad lo que ellos buscaban era una reacción vulgar, más o menos violenta, pero ahora sé que se encontraron con un ki mortífero que no esperaban. Lo percibieron en mi mirada y al mismo tiempo en mi calma. Les corté su ki y se les hice perder.

Cualquiera percibe el sakki de un oponente —son pocos los que lo poseen—, pero es aconsejable aprender si uno mismo lo posee. Eso no debe de confundirse con enojo, antipatía, ni bravuconería. Lo esencial a tener es cuenta es que nos enfrentamos al sakki del oponente antes que a él mismo y viceversa. Si uno tiene delante a un criminal o a un cobarde ratero, eso no quiere decir que posean sakki. Tampoco el oponente iracundo, por lo tanto tenemos que saber a qué nos enfrentamos. De nosotros mismos hemos de procurar, como he dicho, conciliar todo lo que se halle en el interior.

Sakki, ki mortífero es un apartado que pertenece al capítulo "Renovar la vía" de "La táctica sin táctica, La quintaesencia de las artes marciales".

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