domingo, 4 de septiembre de 2022

Refinar el espíritu

Refinarse es un acto en el que uno mejora su carácter, lo corrige, evoluciona. Es, asimismo, Misogi o el arte de purificar cuerpo y mente, el espíritu; igualmente, de sensibilizar, como cuando hacemos Yuki en el Seitai. Y si bien puede hacerse este en el cuerpo humano, en animales, árboles o frutas, también. 

De un modo diferente, es posible igualmente transferir sensibilidad a un objeto, tal como el Bokken o sable de madera utilizado en las artes marciales Budô. Puede ser fascinante descubrir un fenómeno que se produce a través de la respiración, Kokyu, en la cual las manos intervienen. 


Al coger el bokken, por lo general se nota pesado, en el sentido de peso real. Si uno es sensible lo percibirá incluso tosco. Pero si la persona es tosca el sable se percibirá tan tosco como ella y los movimientos serán más lentos, menos diestros, menos decisivos. Es por eso que antes de practicar con el bokken debe aligerarse. Es lo mismo que refinarlo, y no es otra cosa que refinar el espíritu. 

En esencia tiene uno que refinarse a sí mismo a lo largo de los años. Pero vayamos a la experiencia del bokken. Al cogerlo con las manos, hay que sentir su peso y hacer que este disminuya antes que nada. Se consigue al concentrarnos en el acto de empuñar el sable, transmitiéndole la respiración tranquila que se supone que debemos de tener.

Qué hacer con el bokken lo describo a continuación en tres pasos. La duración será de unos diez o veinte segundos cada uno, no más.

1. Se sujeta el bokken, según la forma correcta, con la mano izquierda por debajo y la derecha por encima, en la empuñadura. No se hace nada concreto, es como inspirar por la punta del bokken, algo que puede visualizarse, pero no es solo aire lo inspirado, se inspira ¡el Universo! Luego, se espira dejando que el cuerpo y el bokken se relajen. El ritmo de la respiración ha de ser el normal. 


2.  Ahora, se sujeta el bokken entre las palmas de las manos y se le acaricia, como si las manos exhalasen un aire que lo envuelve. El ritmo, normal pero tranquilo, inspirando, luego, de forma también normal. Es algo sensible, nada más.


Esto conlleva tratarlo con afecto. Igualmente debe tratarse con afecto al oponente, aun cuando fuese a morir en nuestras manos. Parece contradictorio, pero tal actitud afectiva contribuye al golpe decisivo. En cualquier circunstancia es mejor actuar con afecto que con odio. El Universo, Dios, responde siempre al afecto.

3. Se coge el bokken empuñándolo a la manera usual, como si uno fuese a combatir y al hacer unos leves movimientos sentirá que pesa bastante menos. La sensibilidad es la que se expresa.


Será algo difícil de comprender y más practicar para quien esté inmerso en la idea de deporte o que tenga muy marcada la idea de adversario. Sin embargo, no se debería prescindir del ki. El practicante común lo desconoce, no tomando consciencia de cómo fluye en él. Pero si uno prescinde del ki, no dispone más que de una masa de carne para mover. 

La táctica sin táctica surge de una inteligencia que rebosa ki. Si se pone correctamente lo que digo en práctica, se notará que el sable se aligera y que parece que se mueva por sí solo. Esto es válido para las piernas y brazos que golpean, de modo que uno ha de notar el peso de sus miembros y aligerarlo. Refinar el sable o los miembros es parte de refinar el espíritu.

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Libros: este artículo está basado en “La táctica sin táctica, la quintaesencia de las artes marciales”, conteniendo alguna parte en concreto. 

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