domingo, 15 de abril de 2018

El milagro de sentir

Lo que sigue es un fragmento de "El milagro de sentir" un capítulo de mi último libro publicado "Entrevista con el cuerpo, Katsugen, cuando vivir sano es inevitable". Se desarrolla como una serie de situaciones en la que dos participantes interactúan entre sí conversando. Podrían identificarse como un maestro y su discípulo, o quizá un entrevistador E y su entrevistado C. Este último es el cuerpo.

E.: ¿Sabes? No he podido pegar ojo con tus sorprendentes revelaciones.

C.: Tratas de absorber información pero tu cabeza no está lo suficiente vacía y por eso no has podido dormir, si bien eso me afecta a mí. Se diría que sabes muy bien de qué tema hablar pero es mejor que sientas más porque sentir es un milagro.

E.: Está bien, te entiendo, pero, ¿por qué llamas milagro al hecho de sentir?

C.: Porque sientes la vida que hay en mí. Eres consciente de ella, no por la noción que tienes sino por las sensaciones que incluyen el dolor. Por sí solo el dolor es también un milagro.

E.: ¿Por qué es un milagro? ¿Quién podría llegar a semejante conclusión?

C.: El dolor es una muestra de mi actividad involuntaria. El éxtasis sexual también, y otras muchas formas. Pero es el dolor lo que me pone a trabajar, si no me duele nada no trabajo, al menos no como es debido.

E.: No le veo demasiado sentido. Te soy sincero.

C.: Piensa en qué pasaría si yo no pudiera detectar algo extraño en mí. Es el dolor lo que me avisa y por eso es un milagro. Pero tú tratas de eliminar cualquier cosa desagradable que yo sienta y crees que por eso he sanado, no miras en las raíces.

E.: Pero hay personas gravemente enfermas que experimentan mucho dolor.

C.: Eso ocurre una vez dejo de responder de forma natural. El dolor «extremo» entra en el mismo círculo vicioso que la fiebre, lo recordarás seguramente. Es como mi última y desesperada tentativa de mantener el equilibrio. Pero será vano dadas las circunstancias.

E.: Lo recuerdo.

C.: Hay personas con serios problemas por no ir al retrete y que sin embargo continúan comiendo, ¿dirías que eso es sentir correctamente?

E.: Supongo que no, pero no sé a dónde quieres llegar.

C.: Al maravilloso mundo de la sensación. Muchos cuerpos sienten poco o nada, no se indisponen o casi nunca lo hacen, apenas se acatarran, no tienen fiebre o rara vez. Si yo fuera así tú te creerías más sano y seguro gozando de un bienestar falso.

E.: No me trates de tonto. No, porque algo he aprendido…

C.: Solo quiero que pienses sin alejarte de la realidad.

E.: ¿A qué realidad te refieres?

C.: A la de darte cuenta de si yo soy un cuerpo apático, rígido, si tengo o no reacciones que van a ser para bien de ambos. Ten en cuenta que mis reacciones pueden ser lentas y aunque creas que soy fuerte estaré débil. Si reacciono a una anomalía de forma lenta es posible que ya sea tarde. Esa es la realidad.

E.: Pero si una persona sufre de algo grave no se puede decir que no siente nada porque se lo va a pasar fatal.

C.: El no sentir suele preceder a la reacción desesperada que yo podría tener, ya lo he mencionado varias veces. Pero ese no sentir es la enfermedad más grave que podemos padecer. Es el antecedente a esa fatalidad a la que te refieres. También es el responsable más probable de una muerte súbita...



 Descripción y disponibilidad del libro: ver aquí.

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